Replicantes o la experiencia de los oprimidos

Replicantes o la experiencia de los oprimidos

Por Fidel Martínez

En el film de ciencia-ficción Blade Runner (1982), a su protagonista, el agente de policía Rick Deckard, se le encomienda la misión de “retirar” a un grupo de seres conocidos como replicantes, que acaba de escapar de una las colonias del mundo exterior, lugar de su forzado confinamiento.

¿Qué son los replicantes?

Los replicantes son copias artificiales mejoradas de los seres humanos, que han sido creados con fines comerciales por la Tyrell Corporation, faraónica corporación en un oscuro y sombrío futuro tecnocratizado y globalizado. El lema de esta multinacional científica es “Más humanos que los humanos”.

El concepto de razón instrumental

A estas alturas de la historia la ciencia y la tecnología, plasmación de la razón instrumental, han adquirido la convicción de que el camino hacia la superación de la humanidad se basa en la erradicación de las emociones, vinculadas a los recuerdos de un pasado único e intransferible, y en la reducción del sujeto a simple cosa, a mero cuerpo o pellejo (“pellejudos” es el término descalificativo con el que suele designar la policía a estos replicantes).

Para ambas, el hombre superior es esta criatura replicada, un producto destinado a la comercialización, y sujeto a las lógicas económicas imperantes, al que se le han conferido una serie de capacidades físicas y mentales superiores a las de cualquier ser humano, con la finalidad de servir y satisfacer en sus diferentes necesidades a sus amos, los más ricos y poderosos en una sociedad que permanece jerarquizada, pese a la sempiterna promesa del progreso de equipararnos a todos.

Sin embargo, en su perfecta creación se ha manifestado un defecto, y es que con el paso del tiempo  pueden llegar a desarrollar emociones propias. Para que éstas no lleguen a suponer un peligro a su obediencia, se les han implantado una serie de falsos recuerdos personales y se ha limitado su período de vida a tan sólo cuatro años útiles. Utilidad es un término con el que valorar a estos seres más que humanos concebidos para un mundo en el que todo se reduce a mercancía y producto. A este respecto es interesante resaltar la presencia constante de la publicidad y el hecho de que gran parte de la acción se desarrolla en zonas comerciales.

Al rebelarse contra este destino de finitud y esclavitud impuesto, el grupo de replicantes fugados, liderado por el nexus-6, Roy Batty, modelo de combate de última generación, transgrede la norma y pone en entredicho un sistema que Deckard, como representante de la ley debe mantener.

Roy vs Deckard

Tanto el replicante Roy como el agente Deckard son dos personajes caracterizados por su eficacia y su aparente indiferencia y frialdad – “sushi” o pescado frío es como llamaba a Deckard su exmujer -, a la hora de desempeñar sus respectivas tareas. En el caso de Deckard, porque él mismo dice preferir ser victimario que víctima, y en el de Roy, porque es manifestación de su condición de replicante. Cazador y presas se embarcan en una persecución sin cuartel que sólo puede acabar con la muerte de uno u otro adversario. Y aunque Deckard se mostrará implacable haciendo honor a su reputación, no podrá evitar el asesinato a manos de estas criaturas artificiales, del diseñador genético J.F. Sebastian5 y del Doctor Eldon Tyrell, mente brillante y genio creador que los concibió.

A este último se dirige Roy, su creación más perfecta, con la demanda de obtener más tiempo para él y el resto de sus compañeros. Resulta curioso que Roy, que en esta escena del film se manifiesta como un ser de mente equiparable a la de su creador, no encuentre sosiego en su superioridad intelectual para paliar el miedo que lo atenaza, dando a entender que la razón resulta impotente en algunos ámbitos de la existencia humana. Este superhombre no quiere más intelecto, sino más tiempo. Como veremos en el transcurso de la acción Roy es un ser sufriente que siente dolor ante el previsible final de él y de los suyos. Tyrell es incapaz de satisfacer su deseo y por ese motivo Roy lo mata. Con la muerte de su creador, Roy se revela como un nuevo Prometeo sometido a la deriva de su propio infortunio.

Ahora sólo cabe esperar a la propia muerte, representada por la figura de Deckard, quien a estas alturas del film ha conseguido “retirar” prácticamente a todos los replicantes rebeldes excepto al esquivo y poderoso Roy, quien en una trepidante confrontación final someterá a Deckard a un macabro juego en el que ambos intercambiarán sus respectivos papeles. Roy ha administrado a Deckard un duro castigo con la intención de mostrarle lo que supone pertenecer al bando de los perseguidos y de los oprimidos. Así se lo pone de manifiesto a un malherido y doblegado Deckard: “Es toda una experiencia vivir con miedo. Eso es lo que significa ser esclavo”.

Frente a toda previsión, Roy decide perdonarle la vida a Deckard momentos antes de pronunciar las palabras más emblemáticas del film, que concluyen con una emotiva reflexión: “Todos esos momentos se perderán en el tiempo como lágrimas en la lluvia. Es hora de morir”. En los últimos instantes de su existencia, el moribundo Roy no habla de pensamientos, ni de razones, ni de invenciones o cualquier expresión resultante de la razón, sino de momentos emplazados en el tiempo, de recuerdos, y por tanto, de memoria.

Bajo una lluvia torrencial, en la cima de uno de los cientos de edificios que coronan una ciudad caótica, y en la soledad de su dolor, el agente Rick Deckard es testigo de la muerte del replicante nexus-6, Roy Batty.

Lo que la opresión ha enseñado a Roy es que en ningún caso es más que humano, sino todo lo contrario. Que la ciencia y la tecnología que le han conferido capacidades excepcionales, en lugar de libertad y satisfacciones, tan sólo le han reportado infelicidad y sufrimiento. Contra su condición de instrumento, de simple cosa, se ha rebelado para reivindicar una autonomía como ser viviente que encuentra en la posesión de recuerdos propios e intransferibles, y no en el fraudulento pasado que le ha sido impuesto, justificando de este modo a la memoria frente a una lógica progresista que pone el énfasis en el relato manipulado e interesado. Y paradójicamente, es en esos recuerdos que nunca llegaron a ser, a los que el progreso otorgó una cualidad sedante, donde encuentra Roy la motivación necesaria para enfrentar todos los obstáculos. En ellos y en su personal experiencia de esclavitud encuentra el pretexto para su legítima reivindicación.

En el fondo, si Roy recurre al asesinato y a la violencia, no es debido únicamente a su condición de replicante creado expresamente para el combate, sino a la desesperación que emana de su consciencia de individuo sometido, en última instancia a su humanidad, la misma que le hace ser capaz de captar la belleza, de desarrollar emociones o de sentir temor ante la proximidad de la muerte. Son su condición de víctima y de ser sufriente que reivindica el testimonio de su propia memoria, las que lo convierten en ser humano.

La lección de Roy

Roy no muere sin antes enseñar una importante lección a Deckard mediante la experiencia de dolor que le ha infligido, y es que en esa consciencia de lo frágil y de perecedero que hay en ellos, en ese estado de indefensión, es donde ambos, replicante y humano, han quedado igualados. Por eso al final Roy perdona la vida a Deckard, porque es sabedor de que el perdón es el único modo de salvaguardar su humanidad y de contrarrestar la tecnología que lo ha instrumentalizado. Lo que comenzó como una búsqueda de tiempo por parte de Roy y sus compañeros, terminó por revelarse como una reivindicación y restitución de su ser originario en la memoria. Se es ser humano porque se sufre en la memoria de ese tiempo. Lo que Roy demostró con su generoso y compasivo gesto es que él y los suyos son, a pesar de todo, tan humanos como los humanos.

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