The Question

The Question, ilustración

The Question

Bajo la máscara: The Question y Mr. A

The Question, desde su creación por Steve Ditko en 1967 dentro del sello Charlton Comics, ha sido el enfant terrible de los superhéroes. Versión edulcorada para el Comics Code de su anterior obra Mr. A, supone la asunción por parte de Ditko de la filosofía objetivista de Ayn Rand. Ambos son periodistas afamados que renuncian literalmente a sus rostros públicos (el primero, por una máscara de acero; el segundo, por una piel sintética que oculta sus rasgos faciales) para adquirir nuevas identidades clandestinas al margen de la ley. Su uniforme es tan solo el típico traje del detective, gabardinas y sombreros de fedora incluidos, y su poder la firmeza de sus convicciones. Mr. A, cuyo nombre deriva del principio de identidad “A es A” de Rand, es un productor que defenderá sus valores frente a los parásitos sociales a quienes combatirá sin piedad. The Question es, en cambio, la duda cartesiana: ¿cómo puede el hombre corriente combatir la degeneración? La única filosofía práctica es luchar contra el crimen.

cómic the question

Portada del cómic The Question

Incluso sus posteriores revisiones de mediados de los ochenta, tras la compra de Charlton por DC, ahondan en ese espíritu objetivista. Por un lado, O`Neil y Cowan plasmaron la figura de un guerrero impregnado de la filosofía de Sun Tzu que sabe que el verdadero enemigo es el estamento político de Hub City y no los bajos fondos. Por otro, Moore y Gibbons parodiaron con Rorschach al televisivo Vic Sage. En cualquier caso, como el Atlas de Rand, ambos soportan una pesada carga acentuada por unas identidades secretas que no los definen. Ellas son las máscaras.

El enigma humano

Tras la cancelación de la etapa de O´Neil y Cowan, el personaje no será rescatado hasta ¡2005! con la atrevida miniserie de Rick Veitch al guion y Tommy Lee Edwards al dibujo. En ella se remodela por completo la dimensión del personaje mediante un ejercicio de estilo que si bien no es del todo brillante, si es ejemplar en cuanto  a su manejo del contraste. Objetivismo y subjetivismo, tradición y modernidad, mundo real y surreal, son conceptos que a través de diversos elementos aglutinadores (la controvertida figura del héroe, la ciudad contemporánea como sumun de lo ecléctico y el uso del narrador en primera persona reflejo del devenir de la conciencia) se oponen y complementan a la vez.

serie the Question

Fotograma de la miniserie sobre Question

Para empezar, nuestro “Enigma Humano” halla su némesis no en la recurrente figura de un villano, sino en la del mayor héroe de todos los tiempos, Superman. El planteamiento es sencillo: Vic Sage, sagaz periodista, acude a Metrópolis para desmantelar una organización criminal. Sin embargo, sus controvertidas acciones despertarán la desaprobación de su guardián. Se presentan así dos visiones equidistantes del superhombre, el héroe modélico de Siegel y Shuster frente al descarnado objetivista de Ditko, que Veitch, perfecto conocedor de la mitología superheroica, ridiculizará con una mirada tragicómica. Por ejemplo, Superman nunca sorprende a Los Subterráneos porque ellos saben que “el gran boy scout” nunca mirará en los cuartos de baño, su espacio para los negocios; o Question es retratado como un timorato incapaz de cruzar dos palabras con Lois Lane, su musa secreta desde la universidad. Los personajes, mostrándose vergonzosos o débiles, se humanizan mediante sentimientos o reacciones contrarias a sus estereotipos.

El espacio en el que trascurren sus aventuras, Metrópolis, también genera controversia. El fantasma de la moderna utopía, se erige en una especie de frontera donde ciencia y magia, futuro y pasado, se amalgaman. Luthor quiere arrasar los viejos barrios periféricos para crear La aguja científica, el mayor monumento a la tecnología humana, ya que en esa ubicación confluyen las armonías planetarias del fengshui; Los Subterráneos son capaces de delinquir al margen de Superman gracias a una compleja red técnica, pero no escapan a la atenta mirada de Question quien percibe como sus actos quiebran el espíritu de la ciudad… Todos los mundos se superponen en uno, plural e integrador. Un nuevo escenario, que Veitch y Lee emplean como tabla rasa para revitalizar a Question con un aire cosmopolita alejado de las limitaciones de su carácter sombrío. Y así, al margen del hecho de que la tenebrosa Hub City de Ditko cede su lugar a Chicago (un espacio real), Question emprenderá su viaje interior al territorio inhóspito de otro luchador. Allí aprenderá a combatir el crimen más allá de las sombras, agazapado entre una masa deshumanizada.

Superman y Question

Superman y Question

El poder de la primera persona

Pero más novedoso es si cabe su empleo de la primera persona. Vic Sage, sigue la línea de la mejor novela negra y sus pensamientos irrumpen en escena. El detective reconstruye su investigación moviéndose entre dos planos, el real de los sentidos y el irreal del alma, algo que potencia su manejo del lenguaje. Es cierto que para remarcarlo Lee crea numerosas planchas donde conviven figuras de trazo hiperrealistas con una serie de sombras chinescas (¿referencia a las sombras platónicas del mundo de las ideas?) de fondo anaranjado, pero es en la expresión del devenir de su conciencia donde se alcanzan más cotas de originalidad. El Chi es poderoso en Question y revela ante él la verdadera esencia de la naturaleza, algo que desata su creatividad. No nos sorprende. Desde el inicio de la obra se resalta su faceta poética. No en vano Lois Lane lo define como “un novato (en la universidad) rarito que escribía poemas”. Vic Sage es un auténtico poeta beatnik cuyas metáforas no solo tratan de definir un estado onírico, sino trascender la realidad. El belicoso objetivista se transmuta así en caminante onírico.

En conclusión, nos encontramos con una obra osada que rompe con los moldes que han encorsetado a este personaje de enorme potencial. El estilo irónico de Veitch que aflora en momentos puntuales (su mofa a la industria superheroica es evidente cuando Los Subterráneos contratan al Psicopompo y sus maracas para evitar que Superman resucite de nuevo), es sustituido por un relato más contemplativo que potencia el dibujo académico de Lee. Parafraseando a Flauvert, Dios y el Diablo están en esos pequeños detalles que reflejan la vida en los personajes (resolver el puzle de un niño, mostrarse reticente con sus admiradores o reírse del peligro) y que los convierten en ángeles o demonios.

Por Javier Mora Bordel

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